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domingo, 6 de junio de 2010

¿Tito se hizo trolo? Apple!!! Don't worry

Los cinco muchachos llegaron al restaurante con ganas de comer un buen plato de pastas. Unas pocas velas le daban un clima romántico a una velada que no era más que una reunión post día de trabajo. Apenas entraron, todos notaron la presencia de una mujer que miraba sin distinsión y con mucha atención. Ella estaba acompañada por dos señores. Pero observaba insistentemente a los recién llegados. La cerveza bien helada no tardó en aparecer en la mesa de los cinco. Brindis, sonrisas, buenos deseos y a cenar... Enseguida empezaron a comentar entre ellos algo que Tito notó desde el momento de pisar el restaurante. Y que evidentemente todos sus compañeros habían notado: la señora miraba sin ningún reparo. Después de una rápida radiografía, la ficha técnica promedió un 3 generoso. Ni la disatancia ni la ausencia de mujeres bonitas en los días que llevaban de viaje lograron subir el puntaje. Hasta que de pronto notaron que se pasaba de mesa en mesa, dejando a sus dos acompañantes solos y como si fuera poco menos que la dueña del lugar. Cuando estos cinco hombres terminaron de cenar, casi en forma simultánea la mujer se sentó en la cabecera de la mesa. "Hi", sonrió y le clavó la mirada a Tito, que para zafar puso sus ojos con firmeza en un plasma que mostraba un Gran Premio de motociclismo vaya uno a saber dónde. Todos la saludaron amablemente menos él, porque presintió el objetivo de la mujer y prefirió ignorarla a recharzarla, aunque una cosa no distara mucho de la otra. Tito veía pasar las motos a gran velocidad y prestaba atención, sólo de manera auditiva, a una especie de presentación que uno de sus compañeros hacía para la visitante ocasional, que le clavaba la mirada sin sonrojarse. Cuando llegó el turno de que Tito fuese presentado, uno de sus compañeros soltó: "He is a latin lover". A lo que la mujer exclamó: "Yes? Oh, wonderfull". Y empezó a cargosear al mismo tiempo que el presentador y otro de los comensales pretendían entregarlo literalmente, a las carcajadas. La mujer se preguntaba por qué Tito no la miraba. Se levantó y se paró frente a él. Pero Tito siguió sin cruzarle y, algo cansado de ser el eje de la cargada, dijo: "Sorry, but i don't like girls. But don't worry. He said me -señaló al presentador- that you are so beautifull, you like him". El presentador poco menos que enloqueció con Tito, mientras éste soltaba una de sus clásicas -y para nada discretas- carcajadas. La mujer subió la apuesta: "I don't mind he. I like you. I want fuck with you". Tito se cansó y le repitió: "Sorry again. I'm gay. I don't like the girls". La mujer enfureció y le gritó: "You don't know me. I'm Irish. Don't make me angry". La situación se puso más y más tensa. Tito temió que la voz se corriera. Que en el barrio la gente comentara como cierto algo que él dijo para salir del paso. Pero no soportó ser el blanco de las cargadas y buscó una salida tajante. Se puso de pie, miró fijo a la señora irlandesa y soltó con voz firme y amenazante: "Miss, sorry. But when you will go to Victoria, to the José Della Giovanna Coliseum, maybe i will talck with you... Maybe"

sábado, 5 de junio de 2010

Ay ay ay have a problem, bo


Lucio Costa, corresponsal de El País de Uruguay en La Paloma.

Segundo día en la ciudad y empiezo a entender algunas cositas de estos muchachos. Estoy en condiciones de afirmar que jamás tendrán suerte con el fútbol. Partiendo de la base de que le llaman soccer. Y de ahí para abajo, muchas otras cosas. Aprovechando un rato libre, me fui de compras. Y los problemas no tardaron en llegar. Lo primero que pensé, estando en tierra mundialista, fue en comprarme unos zapatitos para darle a la redonda. Probé en un local de Adidas. "Buenas, bo", le dije a una chica de sonrisa amplia que me miraba el porongo como si llevara un misil. Después de balbucearme algunas palabras que no logré entender pero no me sonaron ofensivas, intenté hacerme entender para lograr mi cometido. "Tiene you one par de churrasqueros, señorita?", pregunté con cierta dificultad. Frunció el ceño y supe que no me había entendido. "Vamos por la segunda", pensé. "Vamo arriba, escalón por escalón. Vos podés", tomé coraje. "Championes. Timbo. Chu-rrrrras-queu-rrrrousss", insistí algo nervioso. Y el gesto de la vendedora cambió. Pero para peor. Levantó la voz. Se dio vuelta. A los gritos llamó a otra persona con un uniforme diferente y me invitaron a que me retirara. Al menos eso entendí al verme en la vereda luego de tres o cuatro amigables empujones. "No te vas a caer, botija", me repetí unas cuantas veces. Y me fui en busca de otro local. Después de unas cuantas cuadras a pie, encontré una tienda bastante grande. "Ahora sí", me entusiasmé. "Gud mornin, bo", entré mejor pisado. "Toy buscando -me señalé los pies mientras buscaba las palabras- eh, eh, eh... Fut... Fut...". "Feet", me interrumpió. "These are the feet, sr", me explicó. Y ahí me calenté. No iba a permitir más insultos. Pegué un portazo y me fui a la calle. Esta vez por mi cuenta. Sin empujones ni nada. Al doblar la esquina escuhé el ruido inconfundible de un balonpié. Y ahí vi a unos gurices pateando en una casa. "Botija", pegué el grito asomándome a una reja que me dio un sacudón que ni Aguirregaray ni Ostalaza juntos te daban. Quedé temblando agarrado al termo. "Gurices", insistí. Y los botijas se me rieron a lo lejos. Chau. Yo de acá me rajo. Los championes me los compro en Montevideo. Qué saben estos... "Escucharon hablar del Maracanazo, manga de otarios?", les grité como a media cuadra. Tenían razón los que decían que acá no están preparados para hacer un Mundial...

jueves, 3 de junio de 2010

Tan lejos, tan cerca


Las miradas extrañadas se mezclan con grandes sonrisas amables. Estoy muy lejos de casa. Me cuesta situarme. Entender realmente dónde estoy. Fue bajar del avión y sentir que había viajado por días. Pero no. Me separan algunas horas de mi lugar. No muchas. Aunque la distancia parece enorme. De pronto camino por lugares que ni imaginé pisar. Abro bien los ojos. Quisiera tener alguno más. Poder dar vuelta mi cabeza 360 grados. No perder detalle. Las calles y cada rincón de Johannesburgo muestran las huellas de un Mundial que ya se juega. Y muestran, también, rostros curtidos. Ojos inyectados en sangre. Hay rastros de sufrimiento en mucha gente. Gestos que delatan años de una opresión difícil de dimensionar aún estando en su propio suelo. La sensación es de que acá hay muchísimas otras cosas tremendamente más importantes que uno o mil partidos de fútbol. Que el escenario no está preparado para algo semejante. Pero el telón pretende cubrirlo todo. No puedo dejar de preguntarme qué pasará en estas mismas veredas que hoy camino cuando nazca el 12 de julio. Y al mismo tiempo se me abre la boca bien grande y mis dientes podrían encandilar. Soy dueño de una felicidad que no sé si alguna vez sentí. Y paso de esa sonrisa incontenible al llanto emocionado. A querer abrazar a tantos que siento acá conmigo y tan lejos al mismo tiempo. Este espacio nos va a acercar. Para cuando todos despierten ya habrá transcurrido buena parte del día de mi cumpleaños. De pensarlo nomás empiezo a quebrarme. Así que mejor la corto. La próxima noche seguro me encuentre con algunas copas encima. Y al que no le gusten los mamados que se ponga una farmacia...

martes, 1 de junio de 2010

Vamo arriba


1 de junio. Punto de partida del blog. Desde ahora, estaremos en contacto desde Sudáfrica, ta?